Los vídeos de bodas ya no se llevan, han quedado del todo obsoleto. Aquellos vídeos de casi dos horas que aprovechaban al máximo la capacidad del denostado DVD con sus interminables capítulos y que verlo completo suponía no sólo un gran esfuerzo de concentración, sino también controlar el impulso de no usar el mando a distancia para pasar al siguiente capítulo lo antes posible.
Por suerte, se ha creado un nuevo concepto de vídeo de boda. Un vídeo donde lo importante no es la duración, es la historia en sí de dos personas. Un vídeo donde se le da mucha importancia a la fotografía, a cuidar el sonido, mimar cada plano para ver y disfrutar de tu boda como si de una película se tratara.