Héctor y María dos expresidiarios ubicados en diferente penitenciarias de Barcelona, se estuvieron carteando durante año y medio sin haberse visto ni hablado, cada uno desde su celda. Poco a poco con el tiempo de las cartas pasaron a las llamadas, después a los vis a vis y, finalmente, a los paseos cuando ya disfrutaban del régimen abierto. Ahora que los dos al fin son libres, se han casado.
*Hector: Le pedí que se casara conmigo cuando los dos estábamos dentro pero le prometí que esperaría a que los dos fuéramos libres *
Héctor es un argentino de 53, y en un pequeño programa ofrecido por la televisión catalana acerca de las cartas de amor que escribían los presos a sus parejas, confesó estar «enamorado» de una interna de Wad-Ras llamada María, el preventivo de mujeres de Barcelona.
La idea de cartearse fue de su compañero de celda. «Me veía tan deprimido que me animó a escribir a la cárcel de mujeres, a ver si así me distraía…»
Entonces como si el destino lo tuviese escrito a una de las cartas contestó María, y desde entonces surgió la magia. Pasado un año esperaban que el director del centro le permitiera llamar a María, de la que tan sólo conocía su letra. De las llamadas pasaron a los vis a vis, y por último a los encuentros con la libertad condicional.
Esta historia fue la comidilla de toda la cárcel de mujeres. Compartimos el sentido del humor y las ganas de vivir, razones más que suficientes para creer que la reinserción es posible pero tienes que ser muy fuerte y tener claro lo que quieres
Aunque les queda por sortear un obstáculo más, y es que Hector no tiene los papeles en regla y ahora busca trabajo. Los asistentes sociales le propusieron una y otra vez que si me casaba estando en prisión facilitaría las cosas pero él quería esperar a que los dos fueran libres, no quería que pareciera un matrimonio de conveniencia.